LA MAR...
A veces me siento como el mar…
desde
la superficie puede aparentar calma y serenidad,
puede que parezca que no le pasa nada,
que se mantiene en su sitio, como siempre,
pero lucha continuamente contra todos
los elementos.
Intenta ayudar y mantener a salvo a cuantos le
rodean
y sin embargo en el fondo,
continúa
una batalla incansable contra la arena,
dónde todo se acumula, se erosiona
y
queda supuestamente en el olvido.
A veces hay marejada,
el mar
demuestra su inmensa fuerza en los acantilados
pero son lugares privados, apartados
de los ojos de la masa,
y donde sólo unos pocos se acercan lo
suficiente
para ver como rompe, cómo golpea y arremete
con todo lo
que se interpone a su paso.
La mar es contemplada por muchos por
su belleza y fuerza,
pero también temida por sus arrebatos
y por su furia,
por eso pocos se atreven a adentrarse
en sus aguas y surcar sus olas…
indagar en su naturaleza y entender
porque es como es y hace lo que hace.
Quizás ella tampoco lo sepa, a lo
mejor no tenga la menor idea,
quizás solo se deje llevar por lo que
siente,
quién podría resistirse al magnetismo
de los astros
o a la inmensa e imponente fuerza del
viento,
¿tiene realmente alternativa alguna?
A veces llueve dulcemente sobre la
mar,
es triste y hermoso, a la vez,
como
las gotas caen y se dispersan sin rastro,
sepultadas bajo el resto de su ser a
simple vista,
aunque ella sepa exactamente donde ha
quedado su recuerdo, su eco.
La mar, mujer cambiante, a veces en
calma y otras en tempestad,
si te acercas demasiado y decides
dedicarle años de tu vida,
quizás acabes arrastrado por su
colosal fuerza,
o puedes estar solo de paso, y que te
acoja y te meza entre sus aguas.
El motivo, no creo ni que la propia
mar lo conozca, es ilógica y caprichosa,
es solitaria pero de constantes
murmullos, suaves o ensordecedores,
la mar es dinámica, incasable, sabia
y a veces cautivadora,
otras es tormento, enredo y
nostalgia, pero también libertad y paz.
Es extremadamente complicada, es cierto,
pero ser sencilla y fácil, nunca fue
una opción para ella,
por ello la mayoría la contemplarán
y sólo los valientes se adentrarán.
Victoria Jara Cano